Casa de Las Arvejas
Antigua casa de piedra
que preside las alturas.
Sobre los pies levantada,
de una morra orgullosa
en los mapas reflejada,
y es su nombre...
¡Las
Arvejas!
su
techumbre no es de tejas,
y
es extraña en la comarca
por
ser casa de azotea.
Todas
sus vigas combadas
hacen
del techo una panza,
ennegrecidas,
ahumadas,
como
arenques de Noruega.
Alguien,
se preguntaba:
¿Pero
resisten?
Y
de seguro ignoraba,
que
la incomparable dureza,
del
corazón del pino,... ¡es, la tea!
Y
dentro de aquella casa
¿Quién
presidía la estancia?
tratábase,
de un gran cañizo
que
de sus vigas colgaba.
Repleto
estaba el cañizo
de
buenos quesos de cabra,
los
daban los ricos pastos
de
aquellas tierras tan altas.
Al
humo que la lumbre daba
quedaban
muy bien curados,
sabiendo
a humo y a leña
y
a los pastos de los campos,
a trabajo y a cabrero
a rebaño y a montaña
al aire de las alturas
y
a paraje solitario.
Tu
espalda daba a la cumbre,
al
Sur tu puerta miraba,
y
desde ella, yo contemplaba
con
tristeza y pesadumbre,...
como
entre los dispersos pinos,
uno
se destacaba...
La
silueta deforme, asimétrica,...
es
la ausencia, de unas ramas amputadas,
que
aún así, eternamente acusaban...
la
inconsciente e ignorante crueldad
de
unas anónimas manos...
Que
por siempre le condenaran
a
cargar con esa figura triste, jorobada,
penosa,...
¡y tan dolorosamente humana!
Casa,
¡vieja Casa de las Arvejas!
el
camino tiene curvas, tantas,...
como
tus negras vigas de tea.
Cuarenta
pasos de un asno
nos
separan, por una recta vereda,
del
agüita del Durazno
¡que
cantando,... corre, por la tarjea!
A
un lado está La Fuente
Nueva
cruzando
dos barranqueras...
Es
esta, una montaña
llena
de huertas.
En
otros tiempos allí crecieron,
hermosos,
los verdes
campos
de papas
y
hasta dorarse espigaron
generosas
sementeras,
pero
el pasar de los tiempos,
a
éstas las transformó,
en
humildes pastizales
donde
abundan esguagarzos
jaras
e infinidad malezas.
Más
abajo, está la Casa Torta ,
la
adivino, pues no la veo desde tu puerta,
a
lo lejos, si que diviso algunas casas...
podrían
ser La Cisnera ,
y
en el Pinalete, hay una casa vieja,
sin
techo, dos solitarios muros de piedra
y
entre muro y muro,
¡aún
les une una cumbrera!
Hacia
el naciente, el corazón me lleva,
y
partiendo de Las Arvejas...
Cruzo
el barranco, veréis que vale la pena
ascender
por esa empinada ladera
solo
por contemplar lo que la vista nos deja,
es
un valle muy hermoso, todito lleno de huertas...
¿No
sé, por qué? Le llaman: ¡La
Magdalena !
pues
allí reinan frutales, las viñas y las higueras.
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