AMANECE
Amanece, me levanto,
me incorporo al mundo,
al chorro,
con
pesadez en los hombros,
con frío en el alma,
aún sonámbulo,
como si fuera yo
ese último engranaje,
como la última bisagra,
ese gozne oculto,
ese hierro maldito,
que rezuma el óxido
de horas perdidas,
de pensamientos inanes,
de burbujas,
de desidias y de afanes
ocultos,
chirriando al viento
despacio,
cínico,
toda la impotencia,
la barbarie,
la injusticia,
la cólera callada
rezumando,
por esa herida abierta
en balde,
inercias que salen
del pozo del dolor.
Pero estoy aquí, aquí,
piso la calle,
deambulo por las horas,
como un perro perdido
voy,
camino por esta soledad,
esta soledad
llena de multitudes,
de gentes que van y que vienen,
esta soledad
angustiosa,
que se pierde
a lo lejos
como el tren desaparece
entre raíles,
colmada de seres que respiran,
que añoran, que hablan,
que ríen, que lloran,
que callan también a veces,
que desoyen las verdades
que tragan la mentira
por rutina,
y que se beben con rabia
a su pesar,
también a veces
la agria amargura
de sus silencios.
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