LA MAÑANA DE SAN JUAN
Por mucho que madrugues,
no hagas el primo,
no vayas a buscar duraznos
allí donde rompen las olas
a la orilla de
la mar...
No te fíes de las vulgares voces
de los cantos de
sirena,
del olor a chamusquina
que desprenden los cielos
la Mañana de San Juan...
¡No vayas a buscar allí lo que no hay!
Allí está lo de siempre,
las algas, algún pez que se escurre,
la morena en su casa,
el cangrejo que retrocede
y alguna lapa que se agarra
con fuerza al roquedal,
pero por mucho que los busques,
por mucho que lo intentes…
¡Allí no encontrarás duraznos
la Mañana de San Juan!
La magia es esa: el olor a mar,
las algas, el pez que se escurre,
el cangrejo que corre,
la lapa que se agarra,
el viejo que camina por la orilla
buscando los tesoros
que bota la marea,
el ruido, la corredera
de los callaos,
de las olas eternas
que espumean
encima del roquedal...
Todo es eso.
Esta es la magia diaria,
como si todas la mañanas fueran
¡La Mañana de San Juan!
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