Christopher Johnson McCandless (12 de febrero de 1968 -18 de agosto de 1992) fue un joven estadounidense que murió cerca del Parque Nacional Denali, después de vivir en solitario en medio de la tundra de Alaska, con escasa comida y equipo, durante casi 4 meses. El motivo puede haber sido envenenamiento por alguna planta que ingirió, o inanición. Jon Krakauer escribió un libro sobre su vida, Into the Wild, en 1996, que inspiró en 2007 un película dirigida por Sean Penn, protagonizada por Emile Hirsch.
Balada a Chris McCandless
Era un chico que viajaba
con una mochila
a cuestas,
pegada a su espalda,
unida a él
como un presagio,
como un lamento,
como un sino
colmado de ideales y de plumas
de esperanza sostenidas en el viento…
Para fundirse con la tierra,
abdicó de su nombre,
de su familia
y de su hogar,
haciéndose llamar
Alex Supertrams
Un día, cogió la carretera
y se subió al viviente
y negro esqueleto del asfalto
surcado de oxidados engranajes,
al maldito río aquel
de gases y explosiones
y marchó hacia el Gran Norte,
hacia las tierras salvajes.
Viajó hacia las tierras soñadas,
no le bastó su aventura en kayak
descendiendo El Colorado,
y se aventuró por Alaska,
no buscando la inútil quimera
del oro, fue… no.
Iba escuchando de Jack London
por la tundra
las huellas de sus pisadas…
Unos dicen que murió de hambre.
otros dicen que pereció envenenado…
Pero… ¿Quién lo dice?
¿Quién lo sabe?
Unos lo toman por un valiente,
y otros afirman, que era un pringao…
Un fanático, un colgado…
Un lobo solitario,
o, acaso, solo un aventurero,
el chico de la mochila…
¿Era solo un iluso, un visionario?
¿Un inadaptado?
Pero… ¿Quién lo dice?
¿Quién lo sabe?
Todos dicen y todos hablan…
y mientras,
en la Senda de La Estampida
la primavera estalla,
los montes duermen…
el hielo inunda
la tierra se abre,
cantan los pájaros,
vuelan los tábanos…
Y las aguas del Teklanika
corriente abajo en dura lucha
se despedazan…
Mientras el autobús 142
en la soledad de la tundra
con su triste alma de chatarra
allí, inmóvil,
sobre el páramo sereno,
mira el azul del cielo y calla.
Unos dicen que murió de hambre,
otros dicen que pereció envenenado…
Pero… ¿Quién lo dice?
¿Quién lo sabe?
Unos lo toman por un valiente,
y otros afirman, que era un pringao…
¿Era solo un iluso, un visionario?
¿Un inadaptado?
Pero… ¿Quién lo dice?
¿Quién lo sabe?
Amó a la naturaleza
como se ama a una amada
y ésta le respondió
devorando sus entrañas.
El cielo plomizo,
los verdes abetos,
el azul del páramo,
el vuelo de las moscas
y el zumbido de los tábanos,
los trinos acuciantes de los pájaros
o el grito de los barrancos
testigos mudos todos lo saben…
¿Era solo un iluso, un visionario?
¿Un inadaptado?
Pero… ¿Quién lo dice?
¿Quién lo sabe?
Jamás nadie dirá, ya…
lo qué sucedió,
por mucho que se diga
y por mucho que se hable,
nadie sabe
que causó la muerte
del soñador, del asceta,
del aventurero…de aquel joven idealista y bueno,
que se fundió con la tierra,
el chico de la mochila,
llamado,
Chris McCandless.
No hay comentarios:
Publicar un comentario