FIODOR MIJAILOVICH DOSTOIEVSKI, autor de la novela (Crimen y Castigo), - una de mis favoritas - nace en Moscú en 1821, hijo de un médico que ejercía su profesión en el Hospital Marinski, de la Beneficencia, en la mencionada ciudad.
Decía y se planteaba, las siguientes preguntas, analizando su crimen, el protagonista de la novela, el estudiante Raskolnikok. "¿Por qué ha de ser tan abominable mi crimen? ¿Por qué ha de ser tan terrible? ¿Si solamente he matado ha una vieja usurera, a un parásito, que no aportaba nada a la sociedad? ¿Por qué algunos jefes o caudillos, que han llevado a la muerte, directamente a miles o, incluso, a millones de personas inocentes, se les levantan aparatosos mausoleos, y se erigen multitud de estatuas con su efigie, para perpetuar el recuerdo de su persona y de nombre glorioso? ¿Acaso, cuanto mayor es el crimen, menor es el delito ante dios, ante la ley y ante toda la sociedad?"
Un día... Recordando estas preguntas y estas divagaciones del desequilibrado estudiante Raskolnikok, de pronto me salió este pequeño poema leedlo...
Un día... Recordando estas preguntas y estas divagaciones del desequilibrado estudiante Raskolnikok, de pronto me salió este pequeño poema leedlo...
Raskolnikok
La sombra de Raskolnikok
llegó deshilachada…
Era como un penacho blanco
de misterio, señalando
al cielo con su dedo
seco y agónico; mientras
la noche pelágica, olía a moho,
a sudor, a usura…, a codicia
y a muerte encapsulada.
La sombra de Raskolnikok
llegó hecha jirones…
Pero era tan real y diáfana
Como una gota de agua cristalina.
En su mano derecha, aún
portaba, impregnada de sangre,
un hacha.
En la mano izquierda
Los dedos le temblaban.
¡Hice justicia! – se decía –
Y lloró…
Y mientras lloraba
de los ojos de la luna
brotaron rayos débiles
de sangre transparente…
La onírica justicia
era inútil,
y la otra, torpe
y panfletaria…
Raskolnikok, cruzó el viento,
la lluvia…, la noche…
Marchó a cobijarse
al universo fabuloso
de los libros…
Al poco se durmió
pero, mientras lo hacía,
pronunció frases incoherentes
y algunas palabras blancas.