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7/2/08

ENSUEÑOS (poema)

Para que luego digan, que lo que vemos y lo que oímos no influye en la formación y en el carácter de las personas. Para mí, ver la película, Dersu Uzala, fue un impacto, una conmoción en el buen sentido. Los libros... Las películas, que nos hablan de: ármonía, de naturaleza, de ecología o de amistad, nos hacen mejores personas. La violencia por la violencia solo puede convertirnos en unos seres deshumanizados, frios y egoistas.
La visión de la película, Dersu Uzala, nunca debería de faltar en un colegio que se precie de serlo. El poema "Ensueños" que vereis a continuación está impregnado de ese espíritu, del espíritu de Dersu Uzala.




Dersu Uzala
Título de un libro escrito por
Vladimir Arseniev en el que narra su encuentro con Dersu Uzala, un anciano cazador de la tribu china Hezhen, su relación de amistad y su profundo respeto por la humanidad de Dersu aunque fuera de una cultura totalmente distinta a la suya. Dersu era nómada y animista, entablaba una relación con la Naturaleza de igual a igual sin intentar imponerse como hacía la Civilización Occidental. Este libro está considerado en Rusia como un clásico.
Dersu Uzala (Дерсу Узала) es, también, el título de una película de gran belleza basada en el libro de Arseniev. De producción soviética y dirigida por el japonés
Akira Kurosawa. Fue rodada durante 1974 en los escenarios naturales que recorrieron Dersu y Arseniev, bajo condiciones meteorológicas adversas para la grabación de una película. Ganó un Oscar en 1975 como «Mejor película de habla no inglesa». Ayudó a la difusión en Occidente del libro homónimo. Fue interpretado por Maxim Munzuk.



ENSUEÑOS

Si mis deseos se realizaran
solamente con pensar...
carpintero de ribera, yo sería.
Y construiría una barca,
que desafiando al temporal
cruzara la mar bravía.

¡Y sentir la galopada¡
encima de un blanco corcel
que hunde sus cuatro patas
sobre la blanca llanura,
bajo la noche estrellada,
y enterrar las amarguras
en medio de la nevada,
surgiendo del blanco frío
recobrada la esperanza.

En la vieja Mongolia,
errantes centauros
recorren su tierra amarilla,
y se pierden sus patas
buscando la tierra
en las hondas creadas,
por vientos tenaces,
que agitan constantes
los mares de hierba.

Y Yo, que bien nací,
a la sombra del volcán.
¡Quisiera viajar allí¡
Donde orgullosos, cabalgan,
los nietos de Gengis Kan.

Y ser Isleño y ser canario
y un orgulloso centauro,
cabalgando a toda prisa,
empujado por la brisa
mitad hombre y mitad caballo.

Y siguiendo en terca carrera
alejado de la mar,
recorriendo medio mundo
por montañas y praderas
hasta llegar al Baikal,
¡tan cristalino y profundo!
y abrevando en sus orillas,
a ese centauro viajero
que descubre maravillas
en su perpetua carrera.

Quiero llegar más allá,
El Norte me llama,
¡La Taiga me está llamando!
me lo dice cada rama.
He de seguir cabalgando
sin la menor inquietud.
Un cazador me protege.
Es el espíritu de Dersú
que en la Taiga se derrama.
a veces le llama el viento,
y suena como un lamento
cuando su nombre proclama:
¡Gente es... Dersú, Dersú Huzala!

Deje detrás, las desnudas,
las inmensas tierras esteparias
para introducirme en la Taiga,
Centauro del Occidente.
Dicen que la Taiga está sola.
Dicen ¡qué está solitaria!
más, Dersú, siempre decía:
¡Que allí vive mucha gente!

Aquella, es la propia casa;
de gentes del aire y del agua,
de los que van por el suelo,
y de los que apenas se arrastran,
gentes árbol y gentes fuego,
gentes que habitan
en el calor de las brasas,
y gentes, la infinidad de animales,
gente es la propia tierra,
y gente es la raza humana.
¿Quién dijo que estaba sola?
¿Qué era la Taiga,... tan solitaria?
La Taiga no estará sola,
¡estando,... por tanta gente habitada!

Quiero llegar más allá,
¡El Norte me llama!
¡El Norte me está llamando!
he de seguir cabalgando.
Entro en tierras de penumbra,
¡tan alejadas del Sur!
aquí reina el abedul
y alguna plantita enana.
Los ojos me están diciendo
que estoy llegando a la tundra.

Jamás, hubiese llegado solo,
sin este fiel compañero,
este centauro viajero
que ha de llevarme hasta el Polo.

Quiero llegar más allá,
¡El Ártico me llama!
¡los hielos me están llamando!
he de seguir cabalgando.
Sopla una ventisca helada
sobre los blancos glaciares.
Ahora, pisa el hombre caballo,
Las frías tierras polares.

En mitad del oscuro invierno
me fascina contemplar...
Un extraño y fantástico meteoro.
¡Brillante,... como jamás brillara un tesoro!
¿Será el fuego de San Telmo?
¿O es la Aurora Boreal?
Quedo perplejo, el fenómeno mirando,
y sin darme cuenta, el centauro,
comienza a hundirse en la mar.

Al sentir el agua helada,
un violento despertar,
me hace ver la realidad
de estar tendido en mi cama.

Escucho el ruido del mar,...
del que baña a las Canarias.
Entonces, dejo el lecho,
y me asomo a la ventana.

Encima de un mar de nubes
¡aparece una montaña!
tiene la cumbre nevada
que a su figura agiganta.
Y, viendo al Teide, cubierto,
con su típico manto blanco,
de Tenerife y Canario
más que nunca me sentí,
queriendo ver,... desplazarse,
por sus faldas como el rayo,
¡la silueta formidable,...
de un centauro!

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