
Pueblo de Los Cristianos
Ayer noche, el pueblo me pareció
diferente, era como una pequeña aldea
de grandes edificios, enanos,...
agazapados a los pies de la montaña,
habitados por extraños ciudadanos
cubiertos del salitre que arroja la marea.
Ayer noche, el pueblo me pareció
desconocido y sin embargo... ¡ahí! Estaba,
tan robusta, tan hermosa y parda
tan callada como siempre, como nunca...
tan conocida y desconocida, tan familiar
se recortaba la silueta... de la Montaña de Guaza.
Ayer, apenas era de noche, y sin embargo
el pueblo estaba quieto,
luces mortecinas surgían en los balcones
y, como los incisivos faros de los coches,
también ellas, dando al día por muerto,
tímidamente salían de su letargo.
Era de noche ayer
y eran los edificios enanos,
la montaña, hermosa, quieta y parda,
y las luces brotando de los balcones,
mientras..., desde lo alto de la montaña
¡cómo una madre! miraba la Luna Llena
al pueblo de Los Cristianos.
Ayer soñé que era de noche,
y en medio de la bahía se reflejaba la luna,
vi de pronto levantarse un torbellino,...
aguas de lejanos mares penetraron la bahía
cubriéndola de blanca espuma,
y solo por descansar en su arena,... huyendo
del huracán, la galerna o el remolino.
Así también arribó, un tiburón,
con una mortal herida,
¡Tan feroz, pero llegó
hasta partirnos el alma!
buscaba solo una mar en calma
sabiendo que se moría.
Era de día ayer y caminaba despierto
paseando por el muelle,
cuando el Ferry entra en el puerto...
no hay barquillo que resuelle.
Es el agua penetrada
por las barcas con su quilla
y las olas con su espuma
van a romperse a la orilla.
¿Tu alma pueblo, donde a quedado?
La sencilla, esa que tuviste antaño,
la humilde, la tuya,
esa del pescador,…
quizá nos falte el valor,
el coraje y el redaño,
para mirarla, sola y arrinconada,
destruida y casi olvidada...
Es, el llamado progreso,
¡tan fuerte y arrasador!
Y al cruzarme entre
los variados ciudadanos,
que llegados de la vieja Europa
residen en Los Cristianos,
sigo siendo, solamente..., un aldeano,
que por mirar a La Luna
vuelve sus ojos al cielo,
y cada día me paseo por el puerto
y contemplo... ¡Qué parda está la montaña!
y me embarga el sentimiento
la sensación, tan conocida y extraña
de estar amando a este pueblo.
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