
Escribí este poema a Humphrey Bogart con algunos restos de imagenes que se me habían ido acumulando en la memoria, despues de pasar toda una vida viendo sus películas, pero sin ser un experto en el tema, y recordando bien pocos titulos de sus películas. Por lo que les termino de decir, no sé, si es un poema al personaje o, por el contrario, es la descripción un tanto personal de las sensaciones dejadas en mi subconciente por el sonido y las imagenes del cine negro. Es, ese ritus de dolor,... esas profundas arrugas en la frente,... ese ruido al cerrarse la puerta de un coche, venido de la oscuridad,... ese cigarillo, fumado, casi como un calmante para el dolor,... ese mundo oscuro y marginal de la noche,... esa vida que duele vivirla y que, se vive, como un designio inevitable del que no se puede huir,... es la amargura que tuerce las gargantas en un trago imposible de dolor...
Humphrey Bogart
Un tipo baja del tren,
aparecen sus zapatos,
luego escuchas...
suenan bien,
las suelas en el asfalto.
La calle, hay humo
que se junta con la niebla,
por ella camina el fulano
con sombrero y gabardina.
Al ver al tipo, uno intuye
que le ha conocido siempre,
tan familiar resulta,
como la úlcera
para el estómago sangrante.
Un exabrupto lanza,
algo referente al infierno,
porque se humilla,
patina y resbala,
en una maldita y fatídica
cagada, expelida por un perro.
El hombre se dirige a un garito,
de mala muerte es el lugar,
es un sitio donde anidan...
culebras, sabandijas,
y esa clase de tipejos
que se arrastran por el suelo.
Entra y en la barra
pide una ginebra,
se la sirve de un camarero.
Su sombrero, se ha mojado,
se destoca de inmediato
y lo cuelga de un perchero.
Al fondo están las mesas,
todas ellas ocupadas
por hombres de caras serias
que juegan y fuman puros,
y se observan recelosos
mirando a través del humo.
Se le acerca una rubia
de cabello oxigenado,
culebreando la cintura
y moviendo con delicia...
su culito respingón.
Ella le ofrece una sonrisa,
y él la mira de reojo, mientras
lía con paciencia un cigarrillo.
¿Eres quizá, un polizonte?
Le suelta de repente
a quemarropa,
la susodicha fulana.
Y él le mete, entre
las tetas, un billete.
Ya veo, que eres de esos tipos
que andan de acá para allá,
oliendo siempre a tabaco,
y con ese mal vinagre
que llevan siempre en la sangre
los que cargan la pistola, en el sobaco.
Ves los del fondo, esos granujas
son tipos duros...
con escasos sentimientos,
quizá los únicos y más sinceros
sin duda se los deben a los puros,
o, a sus dolencias hemorroidales.
¿Y de que quieres información?
Pregunta la nena
mientras suena un saxofón.
¿Buscas al Cara Cortada,
o quizá al Nariz Rota?
¡Comentan que es un soplón!
No soy policía muñeca...
y soltando el humo dice:
solamente detective.
Tengo miedo de hablar,
dice bajito la nena.
Recuerdo a la pobre Lola,
una chica
compañera del ambiente...
llegó un policía
pasándose por cliente,
y el muy granuja, va y se dedica
a tirarle de la lengua.
Y justo al día siguiente,
descubrió su cuerpo un marica
cuando flotaba,
en mitad de la corriente.
No temas nena,
seré discreto,
las chicas como tú,
a pesar de todo,
me gustan,
aunque a veces...
me produzcan desconcierto.
Entonces, ella le dijo
que la llevase con él,
entonces él le responde:
¡Muñeca!
“Si supieras,...
lo difícil que resulta
soportar,…
la picazón de las ladillas,
en las sábanas de hotel”.
La vida de un detective es dura,
solamente la ulcera me acompaña
y esta maldita tos al levantarme
ya desistió también,...
de abandonarme.
El toma el sombrero y se lo pone,
ella le dirige una mirada suplicante,
Él le pasa un dedo por los labios,
y se toma la ginebra,
como si fuera un purgante.
Ella se queda en la barra
y le ofrece una sonrisa de historieta,
Él se abrocha la gabardina
y le dice adiós desde la puerta.
Ahora ya conoce
al tipejo que buscaba.
Tenía un mal negocio en el sótano,
no parecía lo que era,
ni era lo que aparentaba.
Como si la llovizna no fuese con él,
fumando... bajo la luz mortecina
de un farol, que apenas
el callejón ilumina,
meditabundo camina
en dirección al hotel.
Se desplaza por el centro de la calle,
gatos que corren y maúllan
através del bulevar.
Es una hora en que no hay nadie,
solamente... con sombrero y gabardina,
camina, Humphrey Bogart.

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