PRISIONERO DE LA NOCHE
Soy un
viajero solitario,
un
viajero,
un
caminante impenitente
que
deambula hacia la noche,
hacia ese
lugar inacabado
donde se
entretejen los misterios,
donde
flota la tragedia
a cada
paso,
detrás de
cada esquina,
en las
azoteas,
o entre
las sábanas que ondean
y se
entrecruzan cual guadañas,
en los
pasos esos que resuenan
o en los
tacones afilados
que
taladran la noche,
y también
detrás de
cada gato que salta
cada
tapia,
y hasta
puedo oír las voces
de hace
siglos,
los
murmullos,
que se
cuelan por las rendijas
que aun
salen, como el humo,
de las
tabernas,
prisioneras
de la noche,
y yo,
pobre pánfilo,
me siento
libre,
libre
como un
lobo famélico
que
persigue a las ratas
en busca
de comida,
dando vueltas
en círculo,
brillantes
los ojos de estrellas,
en este
eterno laberinto,
prisionero
para siempre
del
tiempo y de la noche.
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