EL CIELO NO PUEDE ESPERAR
El cielo ya no puede esperar más,
podría
caerse por la inmisericorde
premura de
los tiempos
o, quedarse
dormido entre las axilas
que doblegan
las ideas,
y solo para
que un perro solitario
contemple
con desdén, el orden,
la pura
mansedumbre,
la avaricia
disfrazada por la idea,
la
muchedumbre desquiciada
presa en la
maraña de los días,
ignorando,
el orín corrosivo
de las
obscenidades
que se
cubren de pureza…
El cielo ya
no puede esperar…
La isla se
ve, ahí, al fondo,
entre el
espejo vibrante de las olas,
es la hija
mimada por los siglos
del murmullo
de otras épocas…
La trampa está en olvidarse,
en tratar de
aniquilar el tiempo
en subvertir
el orden de las cosas…
Entre ola y
ola, solo queda el agua
y otras olas
más pequeñas,
entre ellas,
solo el tamaño cambia,
las pequeña
son precisas
para que
surjan las grandes…
El cielo no puede esperar…
Es de locos
querer cambiar el mundo
a base de
puros martillazos tecnológicos,
o domesticarlo
a pedazos,
y tratar de
recomponerlo
con los
propios trozos
de nuestra
vida fragmentada.
Ilusorio resulta querer
apropiarnos
de lo que fluye
como el
viento,
de aquello
que no se puede atrapar ,
de todo lo
que no puedes retener,
como los
latidos que se perdieron
en tu pecho como
el humo evanescente.
Las ideas
son el hojaldre
para cubrir
las ignorancias,
para crear
nuevos hojaldres
y abrir huecos
espaciosos
donde
encerrar para siempre
todo aquello
que ignoramos…
El cielo ya no puede esperar…
Dicen: que
por cada puerta que se abre
hay cinco
puertas que se cierran,
no obstante,
se puede meter la vida
entre las
cuatro puntas de un pañuelo
y hasta se logrará
avanzar
sobre los
hombros de un gigante,
sin embargo,
que difícil conseguir
atrapar para
siempre ese momento,
… la
irrepetible magia de un instante.
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