TONELADAS
DE CONSEJOS
De consejos
a toneladas el mundo da.
Siempre a
los otros decimos: que hagan esto,que hagan lo otro, también aquello y lo de más allá.
Piensen así, hagan las cosas como en Japón
que de recordarlo ahora me encargo yo:
anden derechos, pero sin mucha prisa,
tampoco lentos vayan a estar,
que no parezcan ustedes unos zoquetes
como si fueran un par de bueyes que,
cuando anochece, con la frente gacha
avanzan doblemente parsimoniosos hacia el pajar…
Guiñando con ambos ojos les digo ahora:
hagan las cosas como en Japón,
que de recordarlo ahora me encargo yo.
El agua pura, la necesaria al cuerpo le deben dar,
no beban poco, pero tampoco mucho,
no vayan a ser idiotas,
si en el vino que les pusieran para cenar
no apareciera en ninguna parte la calidad,
ignórenlo en la botella, no le hagan gracias,
ni le ofrezcan requiebro alguno ni carantoña,
y por tal motivo, no sientan ustedes ninguna pena,
pues ningún pirriaca merece ofrenda alguna
sino dejarlo solo, bien quieto en la botella,
Señores: denle un buen corte de mangas,
condénenlo al ostracismo,
y olvídenlo para siempre en la botella,
pues es ahí el sitio donde debe estar.
Si pueden, de represalia, del restaurante
llévense alguna cosa, nimia claro,
la mesa no, pero si arramblar
pueden, alguna copa o los cubiertos,
y al mesonero, por dar mal vino,
le dejan como propina la soledad.
Señores: hagan las cosas como en Japón,
estos consejos, que el otro día a mí me dieron,
de recordarlo a ustedes ahora me encargo yo.
De consejos a toneladas el mundo da.
Siempre a los otros decimos: hagan esto,
hagan aquello, hagan lo otro y lo de más allá.
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