A PEDRO GARCÍA CABRERA
Los rostros de los
riscos
se fruncen como un puño,como unas sienes cansadas
que recuerdan sobre un dedal de miel
un sueño lejano de islas y de mares,
de silbos y de pájaros,
de brumas misteriosas
que caminan,
que lamen la humedad
entre las ingles de los barrancos,
entre las azules piteras
y entre las verdes palmas,
buscando el fantasma perdido,
la alondra que canta o
el sueño ilusorio de la esperanza.
Las espaldas de los hombres
se doblan hacia el suelopartidas de injusticia
como las laderas de las cumbres
que se derrumban, que sucumben
con su sello de siglos e intemperancias.
Pero tu voz aún escribe
a la postresobre el mar,
en las olas que habitaron
el cuenco de tu pecho,
sobre líquenes,
sobre los terrones agrietados
de los huertos,
y entre las verijas de las piedras
grita verdades infinitas,
palabras imbatibles
que se aúpan sobre el viento.
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