“Primavera breve”
Cloto, la Parca, se hallaba ocupada, tejiendo la vida del ínclito Prudencio, no sé por qué extraño avatar, se dejó dormir y, si, desde ese mismo instante, la vida de Prudencio se convirtió en un cúmulo de desatinos, a la hora de su muerte, aún fue peor. Claro, ni siquiera la viejísima Cloto, fue consciente, del tremendo desliz que suponía aquella pequeña siesta, a partir de la cual, el tejido anterior y el siguiente no encajaban, con la distorsión que aquello suponía en la vida de Prudencio. Lo terrible era, que llegado el momento final, la implacable Átropos, decidida ya, a cortar el hilo de su existencia, exigió a Láquesis la medida exacta…
- Esto no coincide, hay que destejer – ordenó Láquesis.
Durante el destejido, rejuvenecido, Prudencio se enamoró. Pero, Cloto, tejió de prisa, Láquesis lo midió, Átropos corto el hilo… Y, Prudencio, dicen, que murió de amor.
- Esto no coincide, hay que destejer – ordenó Láquesis.
Durante el destejido, rejuvenecido, Prudencio se enamoró. Pero, Cloto, tejió de prisa, Láquesis lo midió, Átropos corto el hilo… Y, Prudencio, dicen, que murió de amor.
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