PREGÓN
(DE LAS FIESTAS EN HONOR A LA VIRGEN DEL CARMEN 2010)
En el pueblo de Los Cristianos (Arona).
Señoras y Señores… Amigos… Ciudadanos todos: turistas, gentes de paso, nativos, o residentes de este pueblo… ¡Muy buenas noches! De corazón se los digo. ¡Gracias por estar aquí! ¡Sean muy bienvenidos!
¡Abramos de par en par, las puertas del corazón, para que crucen por ellas, junto al civismo, y a la buena educación, también la explosión del jolgorio y la alegría de la fiesta!
Debo decirles, en primer lugar: para aquellos que no me conocen, que me llamo: Servilio Casanova, y que este año, como pueden ver, me ha sido encomendada la honorable tarea de ser el pregonero de estas fiestas “En Honor a La Virgen del Carmen”. Y es por ello, que doy las gracias: a Dña. Antonia, nuestra querida y entrañable locutora en Radio Arona, vecina militante de nuestro pueblo, que confió en mi, pasándome el testigo, (no podía negarme, porque ella me lo pidió y también por el inmenso cariño que siento por este pueblo, un beso le mando desde aquí). Gracias a las autoridades del municipio a la comisión de fiestas y a todas las personas que han depositado su confianza en mí para llevar hacia adelante este cometido.
En segundo lugar: debo expresarles, que es éste, un asunto, que me llena de muchísima responsabilidad, pero igualmente, como en el caso de mis antecesores, también a mí me colma de satisfacción y de muchísimo orgullo.
Hace ya unos cuantos años, que Sole mi mujer, y yo, recién casados todavía, llegamos para quedarnos a vivir en esta bonita localidad, como seguramente también le habrá pasado a muchos de nuestros vecinos. Para ella, conseguir una plaza de maestra en el colegio Pérez de Valero, fue un hermoso deseo acariciado desde su adolescencia y que por fin se hacía realidad, pues ella, en sus primeros años solía pasar parte de sus vacaciones con sus abuelos y primas aquí en este pueblo. Y aunque ella sigue estando joven y bonita, según mi parecer, ya son unas cuantas las hornadas de alumnos que ha ido formando en sus años de docencia, (algunos ya han ido a la universidad y han vuelto y están por ahí ejerciendo sus carreras). En cambio para mí, un tipo de tierra adentro, nacido en las medianías, el ambiente turístico no casaba mucho ni con mi forma de ser, ni con mi forma de pensar. Pero eso, la verdad, es que duró muy poco, no fue necesario que me hicieran, como les hacían a los gatos antiguamente, (cuando alguien te regalaba uno, al llegar a tu casa, recomendaban untarle bien las patitas con aceite, así, dicen que el animal le tomaba cariño a la casa y que no se marchaba nunca).
Repito que no fue preciso emplear los métodos del gato ni ninguna otra clase de artimaña, el espíritu del pueblo, ese, ese es el que verdaderamente me atrapó. Ese espíritu, que algunas veces, aunque tu no lo ves, anda entre nosotros callejeando, otras tal vez, haciendo footing pateando nuestras playas, o vuela allá arriba con las gaviotas, sobre los barcos, o te acompaña hasta la punta del muelle y se te mete en los ojos cuando miras la montaña y te da como una especie de brisa leve a lo largo de la cara y se mezcla entre los pescadores que están reparando nasas… Ese espíritu del pueblo que anda por todas partes,… que sube por un momento a la plaza de la iglesia, y allí acompaña tal vez a dos pobres vagabundos, que en un banco, a medias entre los dos, se beben un triste cartón de vino, uno de ellos, dicen que llegó, de la vieja Grecia, pero el otro pobre, el otro pobre nadie sabe de donde vino…
Cuando hablo de forma un tanto poética, del espíritu del pueblo, ustedes ya saben a lo que me refiero, realmente. Me refiero al sentimiento ese que nace, que crece y que permanentemente vive dentro de nosotros y que a veces reacciona de una manera o de otra según la influencia del entorno. Y la gente, el ambiente y el entorno de este lugar, es el que a mí me cautivó, como les ocurrió a tantos otros que llegaron. Además, la mayor alegría de nuestras vidas aconteció aquí en este pueblo, que fue la llegada de nuestro hijo.
Bien, señores, no quisiera llenar este pregón, inflándolo de alabanzas sin sustancia y de palabras vacías y sin contenido, como una autocomplacencia más y para que suenen bien a los oídos. El pueblo no se lo merece, porque, si por algo se distingue, sin duda, es por la gran acogida que se dispensa a todo aquel que llega desde afuera, sin tener en cuenta nacionalidades, ni entender de razas ni de colores. Se acoge con una normalidad absoluta y con una rotunda sencillez. Siempre habrá alguna excepción, pero al menos así, a mi me lo parece, y así lo percibo yo como ciudadano de a pie.
El pueblo ha crecido muchísimo desde los tiempos en que yo llegue hasta aquí, (hace ya más de 25 años). El pueblo ha crecido y salvo algunas excepciones, (que en todas partes cuecen habas) modestamente, yo creo que ha sido para bien.
La gasolinera (La antigua Mobil) que quedaba a la entrada del pueblo, ahora está situada casi en el centro, y una carretera estrecha y ruinosilla nos enlazaba por aquel tiempo a la autopista, toda la ladera de la Montaña de Guaza, la Asomada de los Ceres, El Camisón, eso estaba virgen, todo aún sin construir. Y en cuanto a Playa de Las Américas fue creciendo tan deprisa, que en poco tiempo quedó unida a Los Cristianos, aún recordamos con añoranza el espejo de aquellas Viejas Salinas.
¡Vaya si hemos crecido! Hemos crecido y no solo en el tamaño del pueblo, sino también en su calidad de vida. Hoy tenemos muchas instalaciones y servicios que antes no teníamos, como son: un polideportivo, piscina pública municipal, centros de mayores, y un club para la 3ª edad…
También contamos con dos colegios públicos y un instituto donde nuestros hijos se forman convenientemente.
Disponemos además, de un Centro Cultural, dinámico, lleno de actividades y de cursos para todas las edades, funcionando todo el año, una estupenda biblioteca pública para recreo y solaz de los que amamos la lectura, y una “Escuela de Música” para llevar a nuestros hijos, con magníficos profesores y de la que podemos sentirnos bastante orgullosos.
Donde hoy está La iglesia, la cripta y las demás dependencias parroquiales, antes había solo una plaza y una pequeña ermita. Hasta la Seguridad Social ha mejorado mucho, en su funcionamiento y en sus instalaciones, recuerdo a las antiguas, en la Casa del Mar, a las que íbamos en invierno, porque nos dolía un tobillo, y salíamos con un resfriado impresionante, que nos duraba más de dos meses, del viento y de las corrientes de aire que cogíamos en aquellos corredores que teníamos como sala de espera.
Los humanos, tenemos por suerte una gran capacidad para olvidar. Nos acostumbramos tanto a estar llorando siempre por todo y a quejarnos de todo, que a veces, nos olvidamos de las muchas cosas valiosas que tenemos.
Que no nos pase como al individuo aquel, que quiso soñar tan alto, que se quedó dormido en brazos de las nubes.
Que no se entiendan mis palabras como un mensaje de resignación y de conformismo, todo lo contrario, los retos siguen adelante cada día, (conseguir nuevas cosas y conservar las buenas que tenemos) ese creo que sería, sin duda, nuestro lema…
En cuanto a las playas también han mejorado mucho, la de Las Vistas, nació hace tan poco, que es apenas una adolescente, pero con una fama internacional. También nuestros paseos marítimos han cambiado bastante su aspecto para mejor y hay muchos bancos donde uno sentarse para ver el mar o seguir el vuelo de las gaviotas mientras te tomas un helado. Hago una pequeña crítica, si algo falta, según mi opinión, es la sombrita de algunos árboles…
El otro día mientras preparaba este pregón, me acordé de la gesta realizada por Don Eloy García, ya casi en la frontera de sus 70 años, y de la mañana aquella, en la que apareció por la bocana del puerto entrando con su pequeño velero, el Nauta, de12m y medio de eslora, después de haber realizado la increíble hazaña de dar la vuelta al mundo en solitario, acompañado solo por si mismo y por su perro. Hacía muchos meses que había partido de este mismo puerto y, ahora volvía después de su interminable lucha con la mar, no como lo hizo aquel viejo de la novela, remolcando la osamenta descarnada de un gran pez, sino con la tranquila serenidad, que da, el volver con la luz todos los océanos del mundo, concentrada en el fondo de las pupilas de sus ojos… ¿Qué habrá sido de Don Eloy? Hace mucho tiempo que no le veo, pensé. Y, en ese momento, no se por qué, pero me vinieron a la memoria unos versos del poeta canario, nacido en la isla de la Gomera, Pedro García Cabrera…
Al mar, en la lejanía
Lo ha vacunado una vela.
-Sigan subiendo clavijas
Que está baja la marea
Y se están viendo los cuescos
Verde jade de las piedras.
Sigan subiendo clavijas
Para que la vela crezca.
Con ella estoy esperando
Un cargamento de estrellas.
Y eso mismo, eso precisamente, es lo que tenemos, un verdadero cargamento de jóvenes y hermosas estrellas, para elegir de entre todas ellas a nuestra reina de las fiestas, una que de verdad ilumine muchísimo, para que este año llene de esplendor y de el realce necesario a nuestra fiesta.
Parece que ya, hasta se huele el aire seco y áspero impregnado, con el olor y el sabor de la pólvora… Ya suena la música y humean los ventorrillos… Y se terminó de montar ya el escenario… Gira la noria de la feria… Y ya gritan los jóvenes a lomos del pulpo o del saltamontes y toda la chiquillería, se sube a todo, y grita entusiasmada y nerviosa con los ojos como platos… A lo lejos,… ya suenan claros, los acordes de unas cuerdas de guitarra y, mientras se escucha la voz de un grillo solitario, que sale de entre unas matas, también se oye cantar alegre a una parranda.
Pero sabemos, que estas también son fechas propicias para que llame la nostalgia a nuestra puerta. Es el recuerdo y la magua por aquellos que se fueron…
¡Atendámosles como se merecen, pero solo unos momentos! Y, seguidamente, sumémonos a la fiesta por nuestra Virgen del Carmen, patrona de todos los marineros…
Porque, las lágrimas, siempre lo oscurecen todo y lo emborronan todo y, porque según dicen los que entienden de estas cosas, hay que divertirse, porque en cuanto a la alegría, aseguran, no hacen falta gafas para verla desde el cielo.
Y así nos acercamos al final…
Entre… la tradición centenaria, la devoción y el fervor de todo un pueblo, y principalmente, el de sus pescadores, y, el inmenso cariño que ellos sienten por su patrona, La virgen del Carmen, su gran madre, la madre inefable y celestial, esa que siempre les va acompañando, ya sea, oculta entre los viejos remos o en el puente, protegiéndoles continuamente, de las añagazas de la vida, mientras echan sus redes o trazan sus rutas por las azules praderas oceánicas…
Con un retumbar atronador, potente y hondo y, a la vez, brillando en la noche, la luz explosiva y fosforescente de los cohetes, mientras explotan haciendo rayones en el cielo, como, si con su luz, trataran de dibujar de nuevo al universo…
Mientras… sobre el agua, ya viaja la patrona, y suena un gran murmullo, un canto, una plegaria, un canto que llena toda la bahía, es la voz unísona, intensa y monocorde, de las bocinas de los barcos…
Finalmente… quisiera despedirme de ustedes esta noche, recitándoles el final de un poema, que le escribí al pueblo de Los Cristianos hace algunos años.
Siento algunas veces
que al cruzarme entre
los variados ciudadanos,
que llegados de la vieja Europa
residen en Los Cristianos,
sigo siendo, solamente...,
un aldeano,
que por mirar a La Luna
vuelve sus ojos al cielo,
y cada día me paseo por el puerto
y contemplo...
¡Qué parda está la montaña!
y me embarga un sentimiento
es la sensación,
tan conocida y extraña,
de estar amando a este pueblo.
Ahora… para terminar, les propongo un reto: corramos a atrapar al duende… salgamos prestos, a vivir la magia y, a disfrutar como nunca del entusiasmo y de la alegría de la fiesta…
¡Hasta siempre amigos! ¡Muchas gracias por escucharme!
SERVILIO CASANOVA PESTANO.
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