¡No, no…! No puedo ser yo,
ese que parece un viejo,
y que me mira con cinismo,
enigmático,
desde el fondo del espejo.
¿Como puede ser…? Por dentro,
sentir el alma de un joven galeote,
aprisionada, al fondo,
en la aurora, entre remos viejos,
y peleándose dentro del rudo coselete.
¿Cómo puede ser…? Por fuera, observarse
viejo, y el viejo, por dentro, sentirse joven.
Inútil…,
para qué debatirse, ni oponerse, ni emperrarse,
la máquina humana planea bajo, y en desorden.
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