Algunos años más tarde escuché de nuevo por Radio Nacional aquella entrevista... Al final de la entrevista la locutora recordó: hoy se cumplen cinco años de su muerte. Lloré, les juro que lloré y luego, recordándola escribrí este par de sonetos.
Homenaje a violeta Fridman
Violeta Fridman, una vez más, tu voz doliente,
en la madrugada, mis tímpanos acarició
a través de las anchas ondas de la radio,
y una vez más, oí el desgarro de una niña adolescente.
Te burlaste amargamente de Auschwistz. Mujer.
Niña y mujer las dos marcadas para siempre.
¿Pero...Qué es,... siempre? Hoy, mañana, ayer...
Ayer fuiste, del macabro horror, una superviviente.
Si, una superviviente, una voz, que se alza entre tantas voces,
que grita. Que grita la verdad, para que nadie la olvide.
Un látigo sin odio, que silba al viento, en nombre de los muertos.
Hoy, te escucho de nuevo Violeta Fridman, y beso tus manos.
Y ¿qué hombre yo, sería? Si no derramara este par de lágrimas,
al recordar,... que, hoy, se cumplen de tu muerte, cinco años.
Al horror Nazi.
SS, un gesto de tu mano dejaba la vida o daba la muerte.
¿Dónde están los infames arquitectos de ese horror?
¿Acaso se ocultan tras la fría careta de la muerte?
Quizá, lloraron mucho su derrota, y poco por su error.
¿Dónde están los infames arquitectos de esos campos?
De los malditos campos de exterminio y de las cámaras de gas.
De los trenes repletos, de seres sedientos, asfixiados y aplastados.
Familias rotas, camino del cadalso, separadas para siempre jamás.
¡Bestias del Nazismo, os bañasteis con tanta sangre inocente!
y copulasteis con el diablo, vuestro Fürer y el doctor Menguele.
Con mentiras removisteis a las masas y engañasteis a la gente.
Hoy, os siguen acusando, siniestras y definidas sombras;
las formas, de negros barracones, de alambradas y torretas,
que, una luna muda, ajena a todo, refleja sobre la blanca nieve...