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16/8/07

poema: ALLÍ ESTÁ LA RESTINGA








Este verano he pasado con mi familia, una semana de vacaciones en la isla del Hierro. Nos alojamos en el pueblo de La Restinga. Un pueblo que, lo mismo, podía haberse llamado: Paz, Sosiego o Tranquilidad. Pues, ese mismo espíritu, es el que emerge de sus calles, de su gente y hasta de su bahía, donde las barcas, parece que estuvieran acunadas dulcemente por el mar. Vaya todo mi amor para este pueblo y para sus acogedores habitantes, que duermen cada noche entre la lava y la sal. También mi cariño y mi total respeto para la isla del Hierro y su gente. Una gente inteligente, que sabe como nadie vivir con la naturaleza; compartiendo con ella mesa y mantel, pero conociéndola y respetándola siempre. El Herreño no ignora que, todos los golpes dados sobre ella, son palos sobre la cabeza de uno mismo.



Volveré a visitarles cualquier día ¡¡Herreños!! un abrazo para todos, leed el siguiente poema que le dedico a la Restinga...




ALLÍ ESTÁ LA RESTINGA


¡¡Mira… Allí está La Restinga!!
Bajo un claro y magno cielo,
arropada, eternamente,
por cordones y esteras de lava
y mecida, cual niño encunado,
por una mar rizada y sinuosa,
que muestra perennemente,
a todos, una sonrisa acogedora,
esplendorosa y blanca.

Allí siento, como si el tiempo
se detuviese. Como si no pasara.
Parece que los terribles leviatanes
hace mucho que se fueron,
que emigraron a otros mares.

Lejos de tormentas y huracanes,

en la quietud y en la calma
de aquellos lares
la vida fluye, lentamente,
con calidez y hasta con alma;
ni la muerte es ya, la muerte…,
parece más un sopor, una ilusión
o, acaso, una eterna vigilia de titanes.

Crece la mies en los fondos
de los mares de las calmas,
mientras el hombre vive,
duerme, ama y se despereza
a los pies de los volcanes.

Una brisa fresca y salitrosa
humedecía apenas,
el cálido desierto
de mi frente campesina;
mientras el acero del agua
en la bahía,
mecía tiernamente
las sombras de las barcas.

Hacia El Pinar, las montañas.
Lava desatada y rota,
una estepa de lajiales,
¡no es paisaje de batalla!
Ni son restos de una guerra,
es el magma derretido…,
es un corazón fundido
y a trozos expulsado
desde el fondo de la tierra.




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