su tenso arco de plata
que muerde las orillas.
Aquí estoy sobre este torrente
de hierro fundido
que, opaco, pasa sin mirarme,
ignorándome,
aquí estoy frente a frente
con la nada,
en este alcázar de silencio
columpiándome
entre cirios apagados,
como un pato solitario
que se mece entre las hondas,
muerto de esperanza
helado de frío
sin alas para flotar,
sin branquias para golpear
sobre el yunque de las olas,
dormido de lucidez
despierto de sueños
inflado de realidad…
Abandonado de
multitudes
caminando
despaciovoy hacia la era grande,
allí donde se trillan los minutos,
donde se extinguen las vivencias,
entre dos rugosas piedras de molino
donde se muelen los afanes
las horas gastadas de la existencia.
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