La vida es, sin duda, lo más valioso, lo más valioso que poseemos...
Por eso mismo debemos procurar no amargarnos la vida, ni amargársela a los demás. Como pasajera que es, debemos de disfrutarla siempre que sea posible, pero sin aferrarnos a las cosas como si fuésemos a ser eternos... Porque, inexorable, vendrá nuestro Otoño a buscarnos, caeremos del árbol y volaremos por el jardín...
Futuro incierto
Cuando las fugaces horas
de mi vida vuelen
y presurosas asciendan
sin parar hasta el ocaso.
Mi cuerpo tendido y silencioso,
tan inmóvil y distante,
congelado en el tiempo,
dormido por una eternidad.
Alguien enjugará una lágrima,
lamentos de campanas a lo lejos...
cansado para verlo estaré
y demasiado dormido para oírlas.
Las hojas secas del otoño,
arrancadas por viento
volarán.
Se lamentará la eterna fuente
y sus monótonos surtidores
se oirán.
De blanco y rosa
vestirán los almendros,
y las rutilantes olas...
en la playa romperán.
En la lejanía... ¡sonidos!, sonidos
que emite un perro anónimo,
son ecos y resonancias.....
indescifrables notas de misterio.
En la oscura noche envuelto
solo, pensativo y triste,
buscando un rayo de luz
una claridad que no existe.
Con sutil agudeza,
alguien se preguntará....
¿Dónde la vida termina?
¿Dónde la vida empieza?
La tarde está muriendo,
y el Sol ha plasmado en el suelo
alargadas y grotescas figuras
de árboles, de hombres y de rocas.
Y se siente desplazado
el pensante y consiente ser,
desarmado e impotente
ante su destino incierto.
Como la lluvia caída
que el astro rey evapora,
así,... así, casi sin notarlo
el alma vuela en un suspiro.
Un olor húmedo,...
Una extraña quietud...
Cerradas lozas, flores secas...
Desgarradas, sin rastro de juventud.
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